“LA FRONTERA”: TRIBULACIONES DE UN RELEGADO EN TIEMPOS DE DICTADURA

Esta película chilena remeció al público en su momento por su calidad, que mantiene imperecedera. Su director, Ricardo Larraín, quiso liberarla de toda contaminación política y lo logró. Un relegado no es un exiliado, puesto que sigue viviendo en su país. Y si sus habitantes no tienen las comodidades de una gran ciudad, no es precisamente por ser exiliados: simplemente allí la vida es así de precaria…

 Por JOBLAR

Miembro del Círculo de Críticos de Arte de Chile

 

La vi en el Festival de Cine de Viña del Mar en 1991. La comenté de inmediato y sentencié: “Mayoría de edad, por lo tanto, para el cine chileno. ¡Véala, sólo porque es una buena película!”

Ese “sólo” no era excluyente, sino limitativo. No había que buscar excusas a favor ni en contra, ni por motivos ideológicos, ni por el origen de la producción, ni por nada. A casi 30 años de distancia, mi sentencia sigue igual, puesto que los valores éticos y estéticos de la película son los mismos. Y éstos me fueron confirmados por el director, Ricardo Larraín, en una entrevista que me publicó la revista “Video para Usted” en julio de 1992.

La figura del relegado ya ha sido examinada en la literatura y el cine. En mi caso, la vi retratada en Cristo se detuvo en Éboli, de Carlo Levi, novela en la que describió su experiencia de confinado antifascista en la Lucania de 1935-1936.

Larraín me aseguró que no conocía el libro ni la posterior película de Francesco Rosi, sino que el argumento fue surgiendo de la atmósfera del lugar: el viento, el mar, la lluvia, el maremoto, la plaza sumergida y su monumento ecuestre, y el sentimiento religioso de la gente. Es inolvidable la secuencia en que católicos y mapuche invocan a su respectiva encarnación de la divinidad en el cementerio, ubicado en el cerro que domina el pueblo inundado. Ricardo me dijo: “Me conmueve la armonía de la Creación, y no es una frase retórica. Se me quita el alma en este contacto con la naturaleza. Religión es religar, reconectar al hombre con Dios. En el mundo actual es un sentimiento polifacético. La gente lo vive en el amor a su pareja, a su trabajo. Ése es el proceso interno de Ramiro Orellana”.

Un relegado no es un exiliado, puesto que sigue viviendo en su país. Y si sus habitantes no tienen las comodidades de una gran ciudad, no es precisamente por ser exiliados: simplemente allí la vida es así de precaria. Y Ramiro tiene que asumirlo: debe trabajar como sacristán, como buzo; un intento de rebelión verbal, mientras está borracho, lo llevará a aceptar un gesto solidario y bailar con un desconocido tan desposeído como él.

Eso en cuanto al trabajo. En cuanto al amor, está representado por la esposa y el hijo que no pueden abrazarse porque así lo ha determinado “la autoridad”; es decir, un “delegado” iletrado y prepotente que ejerce el “derecho” que le ha otorgado un gobierno críptico y lejano. El resto es sexo entre un hombre y una mujer abstenidos que se atraen en una relación que nace sin futuro alguno. Ella sí es una exiliada de la Guerra Civil Española y vive con su padre, que “viaja” hacia su patria sentado en el embarcadero.

Ricardo Larraín Pineda (prematuramente fallecido el 21 de marzo de 2016, poco antes de cumplir 59 años), quiso liberar su obra de toda contaminación política y profundizar la humanidad de sus personajes: por eso es que su obra trasciende.

Reitero mi petición: “¡Véala!” Y, si ya la vio: “¡Véala nuevamente, ojalá con una mirada distinta!” No es fácil vivir en la frontera, pero aún menos atravesarla.

Está disponible gratuitamente en la plataforma CineChile (Enciclopedia del Cine Chileno): www.cinechile.cl.

(“La frontera”. Chile/España, 1991)

VER FILM
“LA FRONTERA”

Dirección:
Ricardo Larraín: 

Esta película puede verse en línea gracias a Cineteca Nacional de Chile
Verla en el sitio de origen

https://www.cclm.cl/cineteca-online/la-frontera/

Producción General:
Álvaro Corvera