PIÑERA CAE EN LAS ENCUESTAS: SÓLO SEIS POR CIENTO DE APROBACIÓN

La baja cifra del seis por ciento ha sido considerada histórica en Chile, inédita, sin duda, en los registros presidenciales de este país… Gran parte de los chilenos hoy le piden la renuncia con insistencia, particularmente por el pésimo manejo político de su gobierno, ante los sucesos acaecidos tras el estallido social, el 18 de octubre de 2019…

 Por Francisco LEAL DÍAZ


SANTIAGO (Chile), 23 de Enero de 2020.-  Transcurridos tres meses del estallido social en Chile, el gobierno de Sebastián Piñera se encuentra en el filo de la navaja. La última encuesta CEP (Centro de Estudios Públicos), dada a conocer el pasado 16 de enero, reveló que Piñera alcanzaba sólo un seis por ciento de aprobación ciudadana, situándolo históricamente como el Presidente de más baja aprobación en Chile en los últimos 30 años, es decir, desde el retorno a la democracia en 1990. En tanto, el 81 por ciento de los encuestados, reprobó la actuación del gobierno ante la actual contingencia social.

La baja cifra del seis por ciento ha sido considerada histórica en Chile, inédita, sin duda, en los registros presidenciales de este país. Curiosamente, el propio Piñera soltó un exabrupto cuando en el segundo período de la ex Presidenta Michelle Bachelet (2014-2018), involucrada en el mediático “Caso Caval”, registró una aprobación de 18 por ciento. Piñera, desde su opulenta mirada de la oposición, exigió que “Bachelet debía dar un paso al costado”.

Hoy el panorama le es adverso al propio Sebastián Piñera, a quien gran parte de los chilenos hoy le piden la renuncia con insistencia, particularmente por el pésimo manejo político de su gobierno, ante los sucesos acaecidos tras el estallido social, el 18 de octubre de 2019.

“Ha habido un cierto discurso del gobierno de vincular (protestas) a grupos organizados del extranjero, y las personas no creen esto. Hay ciertos desaciertos”, argumentó en su oportunidad el vocero de las encuestas CEP, Ricardo González. Lo llamativo de esta última encuesta CEP —que midió el comportamiento del gobierno piñerista durante noviembre y diciembre de 2019— fue que en la anterior encuesta el mandatario chileno ostentaba aún un 25 por ciento de aprobación de la ciudadanía. Por ello, la mayoría de los chilenos considera hoy que con un porcentaje de seis por ciento de aprobación, “Piñera ya debería haber dado un paso al costado”.

Vincular al estallido social con gobiernos exteriores, como Cuba y Venezuela, esencialmente, fue un argumento fallido que, además, le jugó en contra. Piñera perdió aún más credibilidad.

El informe de opinión CEP, al cual nos referimos aquí, reveló además que un 81 por ciento de los consultados afirmó que el gobierno actuó “mal o muy mal”, en tanto que un 14 por ciento dijo que su reacción fue “regular”; y sólo un tres por ciento de los encuestados aseguró que la respuesta ante la crisis estuvo “bien o muy bien”.
 

NUEVA CONSTITUCIÓN EN CHILE 

En otros ítems de la misma encuesta, se consultó respecto del próximo plebiscito a efectuarse el 26 de abril, para definir el proceso de una nueva Constitución: un 76 por ciento de los encuestados manifestó “Apruebo”; un 13 por ciento expresó que “Rechaza” una nueva Carta Fundamental; y un 20 por ciento, en tanto, manifestó no saber o no querer responder tal pregunta.

Ante estos datos duros, el futuro político de Sebastián Piñera se torna francamente ríspido. No obstante, continúa ignorando la opinión de la ciudadanía. Y ante las invariables manifestaciones callejeras, ha respondido con una creciente represión, como lo han señalado gremialistas y dirigentes sociales, “una represión al mejor estilo de los tiempos de la dictadura de Pinochet”. Para muchos ciudadanos, en todo caso, en Chile se vive una segunda dictadura, en una “aparente democracia”.

Piñera, a tres meses del estallido social, continúa gobernando como si los diarios acontecimientos le resbalaran. La policía encargada del orden público —carabineros—, ha pretendido criminalizar el movimiento social, tratando a los manifestantes como delincuentes. Y, curiosamente, hay más efectivos reprimiendo a los manifestantes, antes que persiguiendo a los delincuentes, verdaderos protagonistas de los actos vandálicos.
 

LAS DRAMÁTICAS CIFRAS 

Desde el estallido social, hace tres meses, la policía ha detenido a un total de 22 mil personas, de los cuales, alrededor de 4.500 han quedado en prisión. Lo más dramático es que han persistido las violaciones a los Derechos Humanos, pese a las acusaciones y recomendaciones hechas en este sentido, por cuatro organismos internacionales y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Tales organizaciones humanitarias han reportado “graves violaciones (sistemáticas) de los Derechos Humanos en Chile”, registradas durante las manifestaciones callejeras tras el estallido social de octubre pasado.

Lo más grave ha sido, sin duda, la pérdida de globos oculares en, al menos, 335 jóvenes manifestantes, con pérdida de visión parcial; en tanto, dos de ellos, Gustavo Gatica y Fabiola Campillay, sufrieron pérdida de visión total, al recibir impactos de perdigones en pleno rostro.

Respecto de los heridos, el INDH cifra un total de 1.983 personas (manifestantes) lesionados en enfrentamientos con carabineros. Y la mayoría de ellos, fueron atacados durante manifestaciones pacíficas.

Ante esta dramática realidad, el gobierno y su gabinete ministerial han insistido en criminalizar el movimiento social, proporcionando cifras a los medios de comunicación casi exclusivamente de carabineros heridos, víctimas de agresiones.

Recientemente se han registrado numerosos ataques de pobladores a cuarteles (comisarías) de la policía (carabineros), intensos enfrentamientos que el inexperto ministro del Interior, Gonzalo Blumel, se ha apresurado a calificar como “actos delictivos”, en circunstancias que gran parte de la población —particularmente de sectores populares— protestan por reiterados abusos y represión de carabineros.

Lo cierto es que, prácticamente de manera unánime, los chilenos manifiestan su discrepancia con el régimen de Sebastián Piñera, cuyo nombre fue masivamente abucheado en el partido de fútbol del domingo pasado entre Colo Colo y Universidad Católica: “¡Piñera, c… asesino, igual que Pinochet!”. El partido de fútbol se jugó en el estadio “Germán Becker”, de Temuco, semifinal de la Copa Chile. Cabe agregar, finalmente, que recién se han reanudado los encuentros de fútbol, suspendidos durante tres meses a instancia de los propios jugadores de los clubes chilenos. Han considerado que, sólo recién, existen condiciones propicias para reiniciar este tipo de espectáculos deportivos.

Con un seis por ciento de aprobación ciudadana, Sebastián Piñera ya no tiene piso político para gobernar. Tal vez pensaba que enero y febrero —tradicionalmente meses de vacaciones de verano en Chile—, sería un período de relativa tranquilidad para él y su gabinete ministerial. Pero no ha sido así. Por el contrario, se anuncian masivas manifestaciones sociales para estos días y para la próxima semana. Y aún le espera el próximo mes de marzo, que se vaticina será una pesadilla para el gobierno de Piñera y la élite política que persevera en defender el injusto y segregacionista modelo neoliberal.

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