EL MIEDO DE LAS VACAS Y EL PLEBISCITO EN CHILE

“Se puede engañar a mucha gente por mucho tiempo, pero no a toda la gente todo el tiempo”: Abraham Lincoln…

 Por José Blanco Jiménez

Periodista, Universidad de Chile
Dr. en Filosofía, Universitá degli Studi di Firenze

 

He citado por muchos años esta frase de Abraham Lincoln en mis clases universitarias y de educación media. Espero haber dejado huella, como asimismo con las referencias de educación cívica que entregaba haciendo clases acerca de la historia de la República Italiana.

Eran tiempos difíciles para la libertad de expresión, pero el interés de los jóvenes podía ser satisfecho de alguna manera.

Es tal la cantidad de sandeces histéricas que escucho todos los días proferir a los desesperados secuaces del RECHAZO, que no puedo dejar de recordar un episodio de nuestra historia patria. ¡Sí! Esa patria que algunos próceres juran defender incluso llegando a “sacrificarse” con un golpe de Estado.

Cuando se empezó a construir la vía férrea, se alzaron voces apocalípticas que aseguraban que las locomotoras iban a asustar a las vacas, que dejarían de dar leche y —por lo tanto—, los niños de Chile habrían de crecer desnutridos.

Además, las chispas provocarían incendios y los delincuentes podrían escapar con mayor facilidad hacia lugares lejanos.

¿Cuál era la verdad? Los terratenientes veían que sus sumisos inquilinos podían ir a trabajar al ferrocarril siendo pagados en dinero y no dependían del “buen patrón” que les daba trabajo a cambio de parte de lo que producían. Además, las mujeres podrían parir hombres libres y no siervos de la gleba.

Hay gran interés de un sector para que no se conozca la historia de Chile. Y no está demás recordar que el emperador chino, que hizo construir la Gran Muralla, ordenó destruir todos los libros, porque ¡“la historia empezaba con él”!

Digo esto, ya que un gestor importante de la vía férrea fue José Manuel Balmaceda y ya se sabe que su gobierno terminó con una cruenta guerra civil. No le perdonaron el viaducto sobre el Malleco, la canalización del río Mapocho, ni la construcción del Internado Nacional Barros Arana, de la Escuela de Artes y Oficios o de hospitales, puentes y caminos. Tampoco las instalaciones de agua potable, construir puertos o el gran dique de Talcahuano, como asimismo la creación de un Ministerio de Obras Públicas, recién en 1887.

Todo eso era un derroche de lo que los ciudadanos pagaban de impuestos. Además, las empresas salitreras querían apropiarse de lo poco que aún pertenecía al Estado. El buen uso de los recursos para el bienestar de todos era inadmisible.

Por primera vez en Chile va a haber un texto constitucional que no ha sido elaborado entre gallos y medianoche y que ha podido ser conocido por la ciudadanía.

Pero ahí se acusa al Gobierno de intervencionismo por difundirlo.

L@s plañider@s que se quejan por presunto “intervencionismo” del actual Gobierno deben recordar que ell@s o sus antepasad@s impusieron la Constitución de 1980 con un plebiscito financiado por el régimen, que prohibía la propaganda en contra. A los jóvenes les informo que se permitió un solo acto en el Teatro Caupolicán (con altoparlantes a la calle) con un solo orador, Eduardo Frei Montalva, que desenmascaró el fraude que la Constitución implicaba y que tiempo después no salió vivo de la clínica a la que fue a hacerse exámenes.

Para ese plebiscito no existían Registros Electorales y se votó con la cédula de identidad a la que se le pegaba un adhesivo para certificar que se había sufragado. Los resultados —que estaban listos antes del escrutinio—, no coincidieron con la cantidad de votantes.

¿Y és@s son l@s que rasgan vestiduras por “intervencionismo”?

Una de las disposiciones transitorias establecía que sería designado como Presidente de la República un ciudadano con nombres y apellidos por ocho años, dando la posibilidad de ser reelegido con otro plebiscito. Pero allí erraron el tiro, puesto que la ciudadanía —bien informada—, dijo ¡NO!… Y hay que tomar en cuenta que el opositor u opositora al ciudadano designado se le degollaba, quemaba vivo o se le hacía “desaparecer”. Los seguidores de ese ciudadano son los que ordenan votar RECHAZO.

Escucho personas que dicen: “¡Con mi plata, no!”. Pero, ¿de quién es esa plata realmente? Las AFP han trabajado con ellas por años y obtenido jugosas ganancias mientras que los pensionados reciben migajas. Otras, se quejan de que no van a tener salud privada; y, en realidad, la van a tener sólo que tendrán que entendérselas directamente con las Isapres y no esperar en un “Estado subsidiario”. Otras, apelan a la educación privada de su familia y la van a tener si la pueden pagar: hasta el momento el “Estado subsidiario” se ha encargado de financiar a algun@s que se han enriquecido con escuelas particulares subvencionadas, que administran como cadenas de restaurantes. ¡Total! Lo dijo el presidente Piñera: “La educación es un bien de consumo”.

¿Cuánta gente en Chile recibe millones por no hacer nada? Los que votan RECHAZO quieren seguir viviendo a costillas de los que trabajan y ahí está el miedo de las vacas, que ven en el ferrocarril del APRUEBO un peligro: no las va a restringir en su producción de leche, pero podría hacer llegar esa leche a los desamparados de siempre.

¡Sí! ¡Las vacas tienen miedo y lo expresan con sus mugidos exasperantes!