SONORA: LOS HUESOS DEL DESIERTO

Los chilenos, me incluyo, tenemos un particular afecto por México, famosos compatriotas nuestros han triunfado, desarrollado su obra, mantuvieron un fructífero diálogo con México y su gente, su cultura, geografía, y lo hicieron con gran pasión…

 Por: Rolando GABRIELLI

(Desde CIUDAD DE PANAMÁ)

 

México siempre ha sido una tierra  de acogida a las más nobles ideas emancipadoras del espíritu humano. Un país de grandes contrastes, de una enorme riqueza material, cultural, con una historia heroica, de cimientos fundacionales y de reconocida generosidad como patria americana.

No es casual que intelectuales de los más diversos países del mundo hayan, no sólo buscado refugio en sus fronteras, sino lo escogieran como destino para desarrollar sus obras, aportar sus capacidades, talentos, ingenio, creatividad y humanismo a la nación azteca, donde surgió la primera gran revolución del siglo XX. Y algunos dejaron sus vidas en tierras aztecas.

Los chilenos, me incluyo, tenemos un particular afecto por México, famosos compatriotas nuestros han triunfado, desarrollado su obra, mantuvieron un fructífero diálogo con México y su gente, su cultura, geografía, y lo hicieron con gran pasión. 

A principios de los años 20, Gabriela Mistral, la entonces maestra rural, se incorporó como intelectual a la gran revolución educativa que inició el ministro José Vasconcelos. Nunca dio clases en México y a los 15 años había comenzado a hacerlo en Chile, para recorrer toda su geografía como educadora. Con Vasconcelos dio un gran impulso a la educación de México. 

Lucho Gatica, uno de los boleristas más grandes de América Latina, fue una de las voces más queridas en México, país de extraordinarios artistas y cantantes. El bolero puso a temblar el alma a toda una generación y Lucho Gatica le susurraba a ese espíritu humano. 

Pablo Neruda, Roberto Bolaño, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis, Fernando Vallejo, Juan Gelman, Malcom Lowry, Jean Gustave Le Marie Clézio, Antonin Artaud, León Felipe, Max Aub, Juan Larrea, entre otros, vivieron, murieron, y escribieron grandes novelas, poemas y ensayos en México.

El imán de una rica cultura humanista, indígena, propia, de un país hospitalario con una gran vocación de asilo, atrajo intelectuales de primer nivel y fue en México que se escribió Cien años de Soledad, Los Detectives salvajes; se publicó por primera vez el Canto General, y obras como Diego y Frida, El sueño mexicano, El Volcán y otras, forman parte de las raíces de esta prodigiosa tierra mágica de sangre, sacrificio, crueldad y esperanza, porque en México, según Artaud, se viaja de la muerte a la vida.
 

EL OTRO MÉXICO 

Pero, hay un México que se está yendo de las manos, que hace malas noticias, mata gente inocente, las desaparece, sus cuerpos viajan en las pesadillas de sus deudos, no hay paz en esos espíritus humillados, los jinetes del horror cabalgan por oscuros túneles y parajes de la conciencia nacional.

La muerte está en deuda con México y su gente enterrada en el olvido, desparecida en Sonora, Ayotzinapa, Tamaupilas, Ciudad Juárez, y donde el viento borre alguna huella.

El desierto es todo el silencio/ no hay espacio para otro pensamiento/ ahí sólo crece el silencio en silencio/ la muerte le acompaña/ De pie saldrán sus muertos/ al amanecer cruzarán el tiempo/ y vagarán hasta encontrar/ a sus asesinos/ Sólo así se puede descansar en paz…
 

México es més grande que las sombras que suelen acecharle, no sólo ahora, sino durante toda su historia.

A cualquier observador, a un improvisado, le sobrecoge la escena de las madres y de los buscadores de los desaparecidos en el desierto de Sonora. Un testimonio de vida frente a la muerte. Madres, con su inmenso dolor, hermanos, padres, acompañados por dolientes y miembros de la Guardia Nacional, se internan en el desierto de Sonora con sus palas y una varilla metálicas para buscar cadáveres. El uso de la sosa cáustica hace desaparecer los cuerpos y la angustia de padres, hermanos, hijos, crece por segundo en la inmensidad de la nada.

No sólo en México desaparecen personas, las motivaciones son diversas, los resultados los mismos. Los gobiernos deben destinar mayores recursos para la seguridad real de cada ciudadano, comprometerse con la vida de las personas, asegurar su bienestar, promover acciones concretas que permitan desarrollar una vida en paz y libertad.

De por sí son tiempos difíciles, de una extraordinaria incertidumbre, época poco solidaria, egoísta, con ausencia de ética, y cuyo relato mayor son los fakes news, quien diría en nuestras viejas escuelas de periodismo, donde se hablaba de hechos, veracidad, investigación, confrontación de fuentes, interpretación, análisis, objetividad, búsqueda de la verdad. Hoy, la noticia es una bola de nieve que rueda sin parar y va creciendo con las personas que va devorando lo que aparece en la ladera de una montaña.

De ti lector, depende que la bola de nieve te envuelva y arroje montaña abajo. Cuando la veas asomar, que va creciendo, sin sentido, por la autopista de internet, en tu WhatsApp, red preferida, haz un alto, reflexiona, investiga, busca otras  fuentes, constata, certifica y aprueba, la noticia es un producto y no lo puedes consumir sin digerir pausada y metódicamente si no quieres enfermar de estupidez y contagiar a los demás.

 

Sonora, Sonora

Sonora, Sonora,/ son los huesos del desierto,/ reclaman un destino sus voces./ Están vivos los muertos bajo tierra,/ hablan en Sonora de sus vidas truncadas/ y a México hacen respirar esa herida./ Sonora los busca y el desierto/ los va a entregar al útero materno,/ donde nacieron y volverán a nacer./ Ningún desierto, por árido que sea,/ deja de tener espíritu, ni olvida su soledad./ Los muertos de Sonora se están alzando/ bajo las piedras, en los caminos sin nombre/ y contarán sus historias finalmente./

Ayotzinapa

Son semilla nueva
sobre el campo de México
Maíz, maíz crecido al amanecer
Este es un tiempo oscuro,
sin ojos, sordo, mudo, ciego
El pueblo no cierra los ojos
ni al dormir
El pueblo entiende su propia lengua
El pueblo tiene el puño apretado,
va a amanecer.

México (in)mortal

Los muertos de México

Los muertos de México tienen luz propia,
iluminan con sus voces un camino nuevo.
Irrumpe su coro silencioso
el discreto silencio de México,
donde habitan y viven sus almas.
Sus canciones nos recuerdan viejos tiempos,
inolvidables raíces de los antepasados.
Van en otros cuerpos,
entrando y saliendo de México,
vivos, renovados, alegres,
siempre silbando,
por un mejor porvenir.

Aquí se muere

Aquí se muere de verdad y vicio,
se nace para un mismo oficio: morir.
A cielo abierto se abren fosas
con hornos y silencio crematorio.
Nadie despide a los muertos.
Asesinos desalmados viajan
como ángeles de la muerte al infierno,
en sus propias naves,
sin ser vistos,
en todo México.

Qué saben dónde duele el dolor…

Qué saben dónde duele el dolor,
la muerte es mexicana y anda solita viendo
dónde recostarse para seguir abriendo fosas,
va tufando con su tufo inmundo un mundo maloliente
en su inmensa geografía de muerte sin límites.
Ay, lagrimita seca por el sendero indio va corriendo
un camino de mejillas huérfanas la cara triste de México,
que hace siglos pone los muertos apilados uno al lado de otro
en su inmensa geografía saqueada y ensangrentada,
con sus almitas blancas de la infancia,
con sus almitas negras del horror,
con todas las almas por morir de la mano
de dioses que abandonaron a México
a una suerte que no es mexicana.

Sólo dolor, dolor…

Asesinados, muertos, quemados
en un vertedero,
lanzados al río San Juan.
Esta es la descripción
de un crimen aparente,
no existen pruebas,
sólo dolor, dolor,
impunidad,
la vergüenza de México.

Presentación de la muerte

Sobran los cuerpos muertos,
calcinados, desmembrados,
sin patria física aparente
y sólo existen sus dueños asesinos
que pisotean la vida con sus patas puercas.
Cómo matan y roban la existencia
estas bestias sin nombre,
sin rostros aparentes
y se pasean delante de la justicia
sin que nadie les vea.
 

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