Quizás nos sintamos realmente testigos de este acontecimiento que une el Cielo con la Tierra y recibamos la luz que fortalece la esperanza y la fe…
Por Quetzal ZAZIL
Desde Ciudad de México
La noche que fue testigo del acontecimiento del misterio que unió al Cielo con la Tierra, lo divino con lo humano… en aquella noche, el rey Herodes se trastornaba porque iba a llegar un rey… Los pastores platicaban con los ángeles, una Virgen daba a luz, un hombre recibía a un hijo que no era suyo, unos reyes sabios se desplazaban desde Oriente siguiendo a una estrella que brillaba en el firmamento como nunca se había visto… El Creador se hacía creatura… El eterno se hacía finito, el que “es” se hacía existente…
Dios se hacía hombre y nacía como un niño envuelto en pañales y rodeado de la fragilidad humana que Dios nunca había experimentado… Dios, el Absoluto, el Distante, el del Cielo, se hacía cercano, se hacía humano; Dios se había humillado para caminar en el mundo…
La palabra de Dios en aquella noche bajó del Cielo para sembrarse en la Tierra.
Esto ocurrió en Belén de Galilea, la Tierra Santa hace 2020 años, un misterio que rompe toda lógica humana, que rebasa todo entendimiento y que nos revela el nacimiento de Jesús que se hace mortal entre nosotros.
Navidad, Natividad, la fiesta cristiana en donde se celebra el nacimiento de Jesús, fiesta que se ha extendido en todo el mundo y se celebra de diferentes modos que no se centran precisamente en el auténtico sentido que tiene y se enfoca más bien en el consumo desmedido de productos, cosas, regalos innecesarios.
Los consumistas se consumen consumiendo y tienen una euforia desmedida por adquirir cosas, arrebatar las ofertas, comprar —hasta saciar su sed de consumir todo lo que se pueda—, aunque no sea necesario ni importante.
TIEMPO DE NAVIDAD
Es tiempo de Navidad y muchos no recuerdan el sentido que tiene esta fecha única en el mundo, en la que los corazones vibran en amor y la humanidad se prepara para recibir el mensaje que Jesús trajo al mundo.
Navidad, tiempo de reflexionar… aunque no resulta fácil adentrarnos en el misterio más grande de nuestra historia como humanidad.
UNA FECHA ESPECIAL
Navidad 2020, sin duda, será una fecha muy diferente, solitaria, en medio de una pandemia que ha azotado al mundo y nos ha sumido en un aislamiento tremendo, desde donde observamos el mundo con nuestros aparatos tecnológicos y la comunicación con nuestros seres queridos a través de mensajes, emoticones, audios, videos, y en el mejor de los casos, por vía zoom.
Nos hemos enfrentado en este 2020 a lo que nunca imaginamos, hemos conocido caras del mundo que nos han dado noticias y escenas tristes, terroríficas, hemos sufrido acontecimientos en todas las áreas de nuestras vidas… enfrentado retos difíciles y superado cosas que nos han volteado de cabeza.
Y ahora, esta Navidad será muy diferente a todas las vividas; sin reuniones, sin fiestas, sin abrazos, bailes, cenas, regalos, brindis, algarabía… La pandemia nos obliga a estar aislados de nuestras familias, de nuestros seres queridos para festejar con ellos en medio de la alegría que produce la convivencia social.
Pero, quizás esta Navidad nos centraremos en lo esencial, sin enfocarnos en las tinieblas, en la obscuridad, sino en el que viene a traernos la luz, la Navidad está presente, su espíritu nos hace vibrar en la PAZ interior desde la que podemos proyectarla al mundo que queremos construir, algunos lo llaman la Nueva Tierra.
UNA NAVIDAD DIFERENTE
Esta Navidad será muy diferente a todas, pero no tiene por qué ser la más triste, en medio de la pandemia y de los retos que se nos presentan, podemos tomar las escenas del nacimiento de Jesús y reflexionar, meditar en ellas para ir a la esencia y desde nuestro corazón agradecer este grandioso acontecimiento… quizás descubramos que podemos hablar con los ángeles igual que los pastores; quizás veamos la Estrella de Belén que volverá a ser visible en este tiempo… quizás recobremos la humildad y desde nuestro corazón conmovido, emocionado, agradecido y simple, vayamos al pesebre y recibamos con amor a Dios que se hace Niño por amor a nosotros.
Quizás deseemos tener el corazón tan puro, transparente y limpio, que vayamos al pesebre a dar las gracias a la Virgen por haber aceptado ser la Madre de Dios y traernos este regalo al mundo… quizás nos sintamos realmente testigos de este acontecimiento que une el Cielo con la Tierra y recibamos la luz que fortalece la esperanza y la fe…
Esta Navidad tenemos una INVITACIÓN ESPIRITUAL para pasar la Nochebuena y la fiesta del Nacimiento de Jesús en compañía de Él, para arrullarle con ternura y sentir su amor inundando a toda la humanidad, a toda la Tierra, una INVITACIÓN del Príncipe de la Paz para estar en su compañía y recibir todos los dones que nos quiere regalar.
Este 2020 podemos —si así lo deseamos—, vivir la Navidad más bella de nuestra vida recibiendo la fragancia del AMOR que se extiende por toda la Tierra, renaciendo en el amor que encierra este misterio y caminando hacia la paz del espíritu que nos serenará para seguir avanzando en este año 2020.
¡FELIZ NAVIDAD!