En el día de las personas trabajadoras, la reflexión debe girar en torno al trabajo no remunerado, la sobrecarga en las jornadas laborales de las mujeres y lograr equidad a través de la lucha contra los estereotipos arraigados…
Por Claudia Ormazábal
Directora del Programa de Género de la UTEM
El mundo laboral conmemora cada 1 de Mayo el Día Internacional del Trabajo, trayendo a la memoria las reivindicaciones de la clase obrera iniciadas en el siglo XIX en defensa de sus derechos, que más tarde, se consagrarían en un sistema de seguridad social y en un conjunto de legislaciones orientadas a otorgar garantías mínimas.
Ante la actual discusión del salario mínimo en nuestro país, y de la aprobación de las 40 horas laborales, vale preguntarse por aquel silenciado trabajo no remunerado que un porcentaje importante de personas, mayoritariamente mujeres, desempeñan no por voluntariado ni por elección, sino por el peso cultural y los sesgos de género que históricamente, les han endosado a éstas las tareas de cuidado de niños, niñas, adultos mayores y personas enfermas, así como las tareas domésticas.
Abordar este tema puede resultar majadero, pero la crisis de los cuidados y la sobrecarga derivada de ella que se visibilizó con fuerza en la pandemia tiene una génesis histórica.
Estudios de CEPAL (2021) han demostrado la inequitativa organización social de los cuidados entre hombres y mujeres en América Latina: las mujeres dedican tres veces más de tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados si se compara con el que dedican los hombres.
Si bien, en nuestro país se conoce de la existencia de un proyecto de ley sobre modernización laboral para la conciliación, familia e inclusión y la implementación voluntaria de la norma chilena 3262 sobre conciliación y corresponsabilidad laboral, aún parece insólito que, mientras ocurren y se desarrollan impensados avances en inteligencia artificial, la racionalidad humana continúe perpetuando estereotipos que nos impiden avanzar en igualdad de derechos.
Es por estas razones que, en el día de las personas trabajadoras, la reflexión debe girar en torno al trabajo no remunerado, la sobrecarga en las jornadas laborales de las mujeres y lograr equidad a través de la lucha contra los estereotipos arraigados.